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(Sale de la oscuridad leyendo unos papeles y se dirige al atril)

 

Este texto... buf... (respira profundamente y cambia la cara)

 

El arma de la República es el terror y su fuerza, la virtud, la virtud, porque sin ella el terror es destructivo y el terror, porque sin él la virtud es impotente. El terror fluye de la virtud, no es otra cosa que la rápida, severa e inflexible justicia…Ellos dicen que el terror es el arma de un gobierno despótico y así nos igualamos al Despotismo. ¡Sin duda!, pero así como la espada en manos de los héroes de la libertad se iguala al sable que es el arma de los secuaces del tirano. Gobierne el déspota a sus embrutecidos súbditos con el terror, tiene derecho como déspota; desmembrad vosotros con el terror a los enemigos de la libertad, porque como fundadores de la República no tenéis menos derecho. El Gobierno de la Revolución es el Despotismo de la Libertad contra la tiranía.... (se para, negando con la cabeza)

 

¡No puedo... no... no puedo decir esto, con una sonrisa complaciente en la cara... no puedo dejar caer ese mensaje de horror y venganza y que quede flotando en el ambiente, como una solución a la que siempre se puede echar mano...!

 

¡Estoy cansado! Toda la vida luchando... contra mis enemigos, contra mis amigos, contra mí mismo... y ya no puedo más...

 

Yo quiero gritarle al mundo, que está en nuestra esencia el que seamos buenos los unos con los otros, el que dediquemos nuestras vidas a hacer que nuestro entorno sea feliz y que nos ayudemos, los unos a los otros, a prosperar como personas...

Los humanos somos así. Cuando nacemos no conocemos el odio ni el rencor, ni la envidia, ni conocemos ningún lenguaje que nos pervierta. Cuando nacemos, solo conocemos el lenguaje del amor. Amor hacia todo lo que somos, amor hacia todo lo que nos rodea... Solo amor. ¿Pero, cuándo dejamos de ser niños? ¿Y, por qué?...

 

El mundo es enorme y todos cabemos en él, porque todos somos iguales. Criaturas libres, hermosas, arropadas por una tierra generosa en recursos y con capacidad más que suficiente para mantenernos a todos, a todos...

 

Los humanos hemos desarrollado capacidades técnicas y científicas asombrosas, pero nos hemos equivocado en su uso y, en lugar de ponerlas al servicio del bienestar de todos, inventamos la propiedad. Todo es de alguien y, si quieres conseguirlo, tienes que comprarlo y, para comprarlo, tienes que someterte a trabajos forzados para otros, como si fueras un condenado,... y, como conseguir cualquier cosa, te cuesta tanto sacrificio, empiezas a querer más, todo te empuja a tener más, porque tener te da identidad, “si no tienes, no eres” y empezamos a hacernos valer por lo que tenemos, como hacen todos y nos olvidamos de nuestra riqueza más grande: nuestra condición humana.

 

Hemos creado un mundo basado en la propiedad. Un mundo en el que, incluso el amor se ha pervertido, de tal forma, que también se ha convertido en propiedad.

No necesitamos más riqueza, necesitamos más sentimientos. No necesitamos más progreso si no somos capaces de gestionarlo solidariamente con amor...

 

Yo, como nuevo Robespierre os digo que el arma de la revolución es el amor y su fuerza, la solidaridad. Ellos dicen que no nos escuchéis, que no hay nada que hacer, que el sistema lo controla todo... incluso nuestros propios movimientos. ¡Sin duda! Pero, no así, nuestros sentimientos, que son la energía más potente con la que nos ha dotado el Universo.

 

Los déspotas están gobernado al mundo con el terror y se creen asistidos en ello por su propio despotismo, Pero aquí os digo: “¡Ciudadanos, el terror se combate con amor! Todo lo que no es miedo, es amor y amor, tenemos sin límite. No miréis afuera, pues ahí es donde está la matrix del terror. ¡No participéis en sus juegos. No compréis, no trabajéis, no consumáis, no colaboréis con el enemigo Volcaos en vuestro entorno, con vuestras familias, con vuestros amigos, con vuestros vecinos.

Mirad en vuestro interior y descubrid vuestra esencia de niños, vuestra capacidad infinita de amar, porque ese es vuestro verdadero poder.

Y entonces, el terror sucumbirá.

¡Ciudadanos, en nombre de la Humanidad, amaos y amad sin condiciones!

¡Buenas tardes!

 

(Se retira y “se apaga”)

 

* Inspirado en un párrafo de la obra Dantons Tod (La muerte de Danton), de Karl Georg Büchner

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